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Que duele la espalda, el cuello, los brazos y hasta las manos... que la silla es incómoda que no hay tiempo para hacer un alto. Quejas como éstas suman miles, o millones, de lunes a viernes, en los turnos de fines de semana, y desde la mañana hasta la noche. Pero ¿cuánto de eso es objetivo? Y, si lo es, ¿tiene solución?
Todo nuestro organismo se mueve a cada instante. Cada órgano tiene su propia velocidad, su ritmo particular. Fluyen las hormonas, circula la sangre, y las neuronas mandan señales para que entendamos lo que está pasando. Sin duda, el ser humano fue inteligentemente diseñado para estar en movimiento durante el día y reposar durante la noche. Eso, como base simple y pura. Sin embargo, la llamada civilización nos ha ido «encadenando» cada vez más a las sillas. Incluso muchas labores agrícolas se realizan desde el asiento de una máquina. Claro, requieren menos esfuerzo. Pero en términos de salud los resultados no son tan buenos. Y peor aún en el caso de las tareas de oficina, que cada vez abarcan más actividades, Tales como Serrat en una canción, millones de humanos viven como su vecino, que pasa «ocho horas sentado tecleando un ordenador’.’¡Ocho horas sentado! Más el tiempo que demoró en trasladarse de su casa al trabajo, y el que ocupará para regresara su hogar, quizás sentado también. ¿Y llegará a sentarse a comer y verla tele? ¡Pobre esqueleto, pobres músculos! ¡Pobre circulación sanguínea!
Que duele la espalda, el cuello, los brazos y hasta las manos... que la silla es incómoda que no hay tiempo para hacer un alto. Quejas como éstas suman miles, o millones, de lunes a viernes, en los turnos de fines de semana, y desde la mañana hasta la noche. Pero ¿cuánto de eso es objetivo? Y, si lo es, ¿tiene solución?
Todo nuestro organismo se mueve a cada instante. Cada órgano tiene su propia velocidad, su ritmo particular. Fluyen las hormonas, circula la sangre, y las neuronas mandan señales para que entendamos lo que está pasando. Sin duda, el ser humano fue inteligentemente diseñado para estar en movimiento durante el día y reposar durante la noche. Eso, como base simple y pura. Sin embargo, la llamada civilización nos ha ido «encadenando» cada vez más a las sillas. Incluso muchas labores agrícolas se realizan desde el asiento de una máquina. Claro, requieren menos esfuerzo. Pero en términos de salud los resultados no son tan buenos. Y peor aún en el caso de las tareas de oficina, que cada vez abarcan más actividades, Tales como Serrat en una canción, millones de humanos viven como su vecino, que pasa «ocho horas sentado tecleando un ordenador’.’¡Ocho horas sentado! Más el tiempo que demoró en trasladarse de su casa al trabajo, y el que ocupará para regresara su hogar, quizás sentado también. ¿Y llegará a sentarse a comer y verla tele? ¡Pobre esqueleto, pobres músculos! ¡Pobre circulación sanguínea!
Más aún: los brazos, a menudo sin sin apoyo, deben realizar un esfuerzo adicional, del que rara vez somos conscientes, para darles a las manos la fuerza para apretar las teclas.
¿Resultado de todo lo anterior? Una serie de patologías que van llenando los formularios de licencias médicas. Pero estos aspectos han sido estudiados a fondo por diversos especialistas, y fundamentalmente por los traumatólogos, que deben restaurar las funciones alteradas de columna, cuello, y extremidades superiores de los trabajadores de silla. Y en este ámbito, la democracia impera en forma notable, porque no hay mayores diferencias entre un gerente que pasa pegado a su computador, y su secretaria, que hace lo mismo, o el digitador que traspasa datos durante toda la jornada.